viernes, 19 de abril de 2013

2 reglas para que resuelvas mejor los problemas



2 reglas para que resuelvas mejor los problemas

“Mi padre tenía el hábito de madrugar. Por la mañana bajaba a la cocina, se sentaba y se tomaba un café antes de que el resto de la familia se despertase. Solía decir que ese era el momento del día en el que pensaba. Su momento de soledad. Y cualquiera que fuera el problema, grande o pequeño, para cuando los demás se despertaban, él ya había reflexionado sobre el problema hasta que ya no era tal, sino una tarea más que tenía que realizar.”
-Harold Robbins, Memorias de otro día.
La capacidad de resolver problemas es una de las cualidades más solicitadas en los anuncios de trabajo, porque está relacionada directamente con la posibilidad de alcanzar un rendimiento excelente.
No se trata de una competencia técnica, no se refiere a la capacidad de una persona de resolver situaciones relacionadas con una materia específica de la que sea experto. En términos generales el solucionar los problemas se puede definir como el arte de resolver los problemas, bien sean de naturaleza personal, interpersonal o de las organizaciones, mediante la utilización de tácticas y técnicas de máxima eficacia (solución del problema) y eficiencia (relación tiempo y esfuerzo).
Se trata, pues, de una competencia transversal, útil en los distintos ámbitos de trabajo además de en la vida privada. Cada uno de nosotros está sometido continuamente a prueba en nuestro día a día; y la calidad de nuestra vida depende del modo en que afrontemos los problemas que encontramos en nuestro camino, de nuestra capacidad de transformarlos, como hace el padre de Robbins en la cita, en tareas a realizar.
¿Cuáles son las reglas para ser un buen solucionador de problemas?
Regla 1: Mata el monstruo cuando es pequeño
A nadie le gusta enfrentarse a los problemas y por este motivo, las personas no sólo posponen hasta el infinito la solución, como si esperasen tiempos mejores, sino que en algunos casos hasta fingen no verlos. La realidad es que son muy raros los casos en que un problema se resuelve por si mismo.
Y cuanto más se finge que no existe el problema o se pospone su solución, más crece el monstruo y corremos el riesgo de que nos aplaste.
Por eso la primero regla del solucionador de problemas es “mata el monstruo cuando es pequeño”, es decir, si tengo un problema he de afrontarlo enseguida.
La primera regla del solucionador de problemas, es, pues, el identificar y definir el problema.
En las empresas esta fase estratégica corresponde especialmente a los líderes. En la vida diaria la capacidad de mirar de frente la realidad y reconocer la presencia del monstruo, aunque sea pequeño, es una cualidad típica de quien es líder de sí mismo.
El líder debe desarrollar la capacidad de identificar las más mínimas señales que indiquen la existencia de un problema y al mismo tiempo tener la determinación de querer enfrentarse a él.
Regla 2: Accede a un nivel de pensamiento superior
“Nuestros problemas no pueden ser resueltos en el mismo nivel de pensamiento en el que han sido generados” Albert Einstein
Si tenemos un problema cuya solución somos incapaces de encontrar, continuar utilizando los mismos esquemas de pensamiento que se han mostrado insuficientes no nos servirá para desbloquear la situación. Para salir del problema es necesario ver algo que todavía no hemos tenido en cuenta, abrir la mente a posibilidades que todavía no hemos explorado, impulsando nuestro pensamiento desde un nivel en el que es incapaz de resolver el problema hasta otro más elevado en el que esté en situación de comprender la solución.
Podemos representarnos el crecimiento personal, nuestra evolución mental, emocional y espiritual como una serie de “anillos” superpuestos que se dirigen de abajo hacia arriba.
Cuanto más crecemos, aprendiendo de la experiencia, desarrollando una mayor conciencia, expandiendo nuestro pensamiento, más ascendemos hacia los anillos superiores, desde los cuales tenemos una visión distinta de la situación; como un escalador que desde la cima de la montaña puede disfrutar de un panorama más amplio.
Todos recordamos, por ejemplo, conflictos en nuestra adolescencia que en aquel momento considerábamos casi de “vida o muerte” y que vistos ahora con nuestros ojos de adultos, nos hacen poco más que sonreír.
Lo que Einstein nos sugiere es principalmente el resituar nuestro foco.

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