Si usted tiene la
inteligencia de apresar la verdad que hay en este libro. Una parte de todo lo que ganes es tuya
para ahorrar.
No deberá ser menos
de una decima parte, no importa que tan poco ganes. Puede ser tanto como tú te
lo puedes permitir. Págate tu primero. No compres del sastre y
del zapatero más de lo que puedes pagar del resto, y todavía deja suficiente
para comida, caridad y penitencia para Dios.
Y agrego:
La riqueza, como un árbol. Crece de una
pequeña semilla. La primera moneda que ahorras
es la semilla de la cual tu árbol
de riqueza crecerá. Y entre más fielmente
lo nutra y lo riegues con constantes ahorros, mas pronto podrás
descansar plácidamente bajo su sombra.
Y diciendo eso, tomo
sus tablillas y se alejo
Pensé mucho acerca
de lo que me había dicho, y me pareció razonable. Así que decidí intentarlo.
Cada vez que se me pagaba tomaba una de cada diez monedas de cobre y la
escondía. Y extraño como podría parecer, no estaba más corto de fondos que
antes. Note poca diferencia a medida que
conseguía pasármela sin ella. Pero
a menudo estaba tentado conforme mi caudal comenzaba a crecer, de gastarlo en
alguna de las buenas cosas que los comerciantes exhibían, traídas de muy lejos.
Pero sabiamente me reprimí.
Pocos meses después,
Algamish regreso y me dijo:
-Hijo. ¿Te has
pagado a ti mismo no menos de una
decima parte de lo que has ganado el año pasado?
Yo conteste
orgullosamente:
-Sí, maestro, así lo
he hecho.
-Eso está muy bien-
me contesto alegremente. ¿Y qué has hecho con ello?
Se lo he dado a
Azmur, el fabricante de ladrillos, quien me dijo que, estaba viajando por los
lejanos mares y que en Tiro el me compraría joyas raras de los fenicios. Cuando
regrese las venderemos a un alto precio y dividiremos las ganancias.
-Cada tonto debe
aprender-gruño- Pero ¿Por qué confiase en el conocimiento de un ladrillero
acerca de joyas? ¿Irías con el panadero para preguntarle acerca de
las estrellas?
No, por mi túnica,
irías con el astrologo, si tuvieras el poder de pensar. Tus ahorros se fueron,
joven. Has arrancado de raíz tu árbol de la riqueza. Pero planta otro.
Inténtalo de nuevo. Y la próxima vez si
quieres consejo acerca de joyas, ve con el joyero. Si quieres saber la verdad
acerca de las ovejas, ve con el pastor. El concejo
es una cosa que se da gratis, pero observa de tomar solamente el que vale la
pena. El que toma consejo acerca de sus ahorros de uno que es inexperto en
tales asuntos, pagara con sus ahorros para probar la falsedad de sus opiniones.
Diciendo esto se
alejo
Y fue como el dijo,
pues los fenicios eran sinvergüenzas y vendieron a Azmur cuentas de vidrio sin valor que se
veían como gemas. Pero- como Algamish me había dicho- otra vez ahorre la decima parte, pues ahora había
formado el habito y ya no me resulto muy difícil.
Otra vez, doce meses
más tarde, Algamish llego al cuarto de los escribientes y se dirigió a mí:
-¿Qué progresos has
hecho desde la última vez que te vi?
-Me ha pagado fielmente-
le conteste- y mis ahorros los he confiado a Agger, el fabricante de escudos,
para comprar bronce, y cada cuatro meses me paga los intereses.
-Eso está muy bien.
¿ Y qué haces con los intereses?
-Me doy un gran
festín con miel, buen vino y pastel de especies.
También me compre
una túnica escarlata. Y algún día me comprare un burro joven sobre el cual montare.
De lo cual Algamish se rio:
-Tú te comes los hijos de tus ahorros. Luego
¿Cómo esperas que ellos trabajen para ti? Primero consigue un ejército de esclavos
dorados y luego muchos ricos banquetes podrás disfrutar sin remordimiento.
Y diciendo esto otra
vez se fue.
No lo volví a ver durante
dos años. Cuando retorno, su cara estaba llena de profundas arrugas y sus ojos hundidos, pues se estaba haciendo muy
anciano. Me dijo:
-Arkad ¿ya has conseguido
la riqueza que soñabas?
Yo conteste:
-Todavía no toda la que deseo; pero tengo algo y ella gana más,
y sus ganancias ganan más.
-¿Y todavía tomas consejos
de ladrilleros?
-Referente a fabricar
ladrillos, me dan muy buenos consejos-conteste.
-Arkad- continuo-, has
aprendido tus lecciones muy bien. Primero aprendiste a vivir con menos de lo que
ganas. Después aprendiste a buscar consejo de aquellos que son competentes, a través
de su propia experiencia, para dártelo. Y últimamente has aprendido a hacer que
el oro trabaje para ti. Has aprendido por ti mismo como conseguir dinero, como conservarlo
y como usarlo. Por lo tanto, eres competente para una posición responsable. Me estoy haciendo viejo. Mis hijos
piensan solamente en gastar y nada de ganar. Mis intereses son grandes y temo que
no los podre cuidar. Si tú fueras a Nippur y cuidaras mis tierras allí, te haría
mi socio y compartirías mis terrenos.
ANALIZA TU VIDA Y PREGUNTATE SI NO HAY ALGO FAMILIAR CON ESTA HISTORIA..
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