Así que me fui a
Nippur y me hice cargo de sus posiciones que eran muy grandes. Yo estaba lleno
de ambición. Y debido a que había dominado las tres leyes del manejo exitoso de la
riqueza, estuve capacitado para aumentar grandemente el valor de sus propiedades. Así prosperé mucho,
y cuando el espíritu de Algamish partió para la esfera de la oscuridad yo
compartí su terreno, como él había arreglado ante la ley.
Así hablo Arkad, y
cuando hubo terminado su cuento, uno de sus amigos dijo:
-Tú fuiste
ciertamente muy afortunado de que Algamish te hiciera un heredero.
-Afortunado
únicamente en que yo tenía el deseo de prosperar antes de conocerlo. ¿Pues no probé por cuatro años mi definitivo
propósito de ahorrar un decimo de todo lo que ganaba? ¿Llamarías suertudo a un
pescador que por años ha estudiado los
hábitos de los peces y que con cada
cambio de viento pudiera echar sus
redes sobre ellos? La oportunidad es una arrogante diosa que no desperdicia
tiempo con aquellos que no están preparados.
-Tú tuviste mucha
fuerza de voluntad después de que
perdiste tus ahorros del primer año. Tú eres único en esa forma- dijo otro.
-¡Fuerza de
voluntad! – Protesto Arkad-, ¡Que disparate! ¿Crees que la fuerza de voluntad da a un hombre la fuerza
de levantar un bulto que un camello no puede
cargar, o empujar una carga que los bueyes no pueden mover? La fuerza de voluntad es el invariable
propósito de llevar una tarea, que tú mismo te impusiste hasta tu inclinación.
Si me impongo una tarea, así sea la más frívola, yo la término. ¿De que otra
manera tendría confianza en mí mismo para hacer cosas más importantes?
Si me dijera a mi mismo: “Por cien días conforme cruce el puente de la ciudad,
recogeré un guijarro del camino y lo arrojare a la corriente”, yo lo haría. Si
al séptimo dia pasara sin acordarme, no me diría: “Mañana arrojare dos
guijarros, lo cual será lo mismo “En lugar de eso regresare y arrojare el
guijarro.
Tampoco el vigésimo día
me diré: “Arkad esto no tiene caso; ¿en qué te beneficias en arrojar un
guijarro cada día? Arroja un puñado y termina con eso”, No, yo no diría eso ni
lo haría. Cuando me impongo una tarea,
la termino. Por lo tanto, me cuido de no participar en tareas difíciles o imprácticas, porque adoro
la holganza.
Entonces otro amigo
hablo y dijo:
-Si lo que dices es
verdad, y parece razonable lo que dices, entonces sería tan simple….Pero si
todos los hombres lo hicieran así, no habría suficiente riqueza.
-La riqueza crece
donde quiera que los hombres ejercen energía-replico Arkad-. Si un hombre rico
se construye un nuevo palacio, ¿se va el dinero que paga? No, el fabricante de
ladrillos tiene una parte de él. y el
artista tiene otra parte de él. Y todos los que trabajan en el palacio tiene
una parte de él. Incluso cuando el palacio este terminado, ¿No vale todo lo que
costo? Y el terreno sobre el cual se construyo, ¿no vale más debido a el? La
riqueza crece en formas mágicas. Ningún hombre puede profetizar sus límites.
Los fenicios ¿no han construidos grandes ciudades en costas estériles, con la
riqueza que viene en sus barcos de comercio marítimo?
-Entonces, ¿que nos
aconsejas que hagamos, para que nosotros también podamos hacernos ricos?-
pregunto otro de sus amigos- Los años han pasado, ya no somos jóvenes, y no
tenemos nada que guardar.
-Yo les aconsejo que
tomen la sabiduría de Algamish y se digan: una
parte de todo lo que gano es mía para ahorrarla. Díganlo en la noche.
Díganlo a cada hora, cada día. Díganse esto a ustedes mismos hasta que las
palabras se destaquen como letras de fuego a través del cielo. Impresiónense
con la idea. Llénense con este pensamiento. Luego tomen cualquier porción que les parezca razonable. Que no sea menos de la decima parte. Y
ahórrenla. Arreglen sus otros sus gastos
para hacer esto posible. Pero ahorren esa porción primero. Pronto se
darán cuenta de que rico sentimiento es
poseer un tesoro sobre el cual
únicamente ustedes pueden disponer.
Conforme crezca, los estimulara. Una alegría de vida los emocionara.
Desarrollaran mayores esfuerzos para ganar más.
Pues con sus
ganancias aumentadas ¿no será el mismo
porcentaje también de ustedes, para ahorrarlo?
Luego aprendan a
hacer que sus tesoros trabajen para ustedes. Háganlos sus esclavos, hagan de
sus hijos y los hijos de sus hijos
trabajen para ustedes. Aseguren un ingreso para el futuro. Observen a los
ancianos y no olviden que vendrán los días en que ustedes también serán como
ellos. Por lo tanto, inviertan sus tesoros con gran precaución, para que no los
pierdan.
Las tasas usureras
de reembolso son engañosas sirenas que
cantan para atraer a los incautos contra las rocas de perdida y remordimiento.
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