martes, 7 de mayo de 2013

EL HOMBRE MAS RICO DE BABILONIA 3



 Siendo- como ustedes saben- el hijo de un humilde comerciante, uno de una gran familia   sin esperanza de una herencia, y no siendo dotado- como ustedes francamente lo han dicho- con poderes superiores o sabiduría, decidí que si iba a conseguir lo que deseaba, se iba a requerir tiempo y estudio.  Por lo que respecta al tiempo, todos los hombres lo tienen en abundancia. Cada uno de ustedes ha dejado escapar el tiempo suficiente para hacerse ricos. Incluso ustedes lo admiten, no tienen nada que mostrar excepto sus buenas familias, de las cuales pueden estar justamente orgullosos. Por lo respecta al estudio. ¿No nos enseño  nuestro sabio maestro que el aprendizaje  era de dos clases?, Una eran las cosas que  aprendemos  y sabemos, y la otra el adiestramiento que nos enseña a  averiguar  lo que no sabemos. Por lo tanto decidí averiguar cómo podría acumular riqueza, y cuando lo hubiera averiguado, hacer de esto  mi tarea y hacerla bien. Pues ¿no es sabio que disfrutemos mientras vivamos en la brillantez de la luz del sol, ya que suficientes  penas descenderán sobre nosotros cuando partamos a la oscuridad del mundo del espíritu?
Encontré empleo como escribiente en el corredor de los  grabadores, y por largas horas  todos los días trabajaba  sobre las tabillas de arcilla. Semana tras semana y mes tras mes, yo trabajaba y, no obstante mis ganancias no tenían nada que mostrar. La comida, la ropa y la penitencia  a los dioses, y otras cosas que no puedo recordar, absorbían todas mis ganancias. Pero mi determinación no me dejo.
Y un día  ALGAMISH, el prestamista, vino al taller de grabados de mi maestro y ordeno una copia de la Novena Ley y me dijo:
-Debo tener esto en dos días, y si la tarea se hace en ese tiempo, te daré dos peniques.
Así que trabaje duro, pero la Ley era larga; y cuando Algamish regreso, la tarea estaba incompleta. Se enojo mucho, y si hubiera sido su esclavo, me hubiera golpeado. Pero sabiendo que mi maestro  no le permitía golpearme, yo no tenía miedo, así que le dije:
Algamish, tu eres un hombre muy rico. Dime como puedo ser rico yo también, y toda la noche  grabare sobre la arcilla; y cuando el sol salga, estará terminada.
Sonrió  y me  replico:
Eres un pícaro descarado, pero haremos ese trato.
Toda la noche grave, aunque me dolía la espalda y el olor del pabilo hizo que me doliera la cabeza, casi hasta que mis ojos no pudieron ver. Pero cuando el regreso, a la salida del sol, las tabillas estaban terminadas.
Ahora- dije- cumple lo que me prometiste.
Tú- has completado tu parte de nuestro trato, mi hijo- me dijo amablemente- y yo estoy listo  para completar la mía.  Te diré estas cosas que deseas saber porque me estoy haciendo viejo, y a una lengua vieja le gusta moverse. Y cuando la juventud viene a la vejez por consejo, recibe la sabiduría de los años. Pero también, a menudo la juventud  cree que la vejez sabe solamente  la sabiduría de los días que se fueron y por lo tanto no los beneficia. Pero recuerda esto: el sol que brilla hoy es el sol que brillo  cuando tu padre nació, y aun estará brillando cuando tu último nieto  pase a  la oscuridad. Los pensamientos  de la juventud son luces brillantes que destellan como los meteoros que hacen brillar al cielo; pero la sabiduría de la vejez es como, las estrellas, fijas que brillan tan constantemente que los marineros pueden depender de ellas  y gobernar su curso. Graba bien mis palabras, pues si no lo haces fallaras en apresar la verdad que voy a decirte  y pensaras que el trabajo de anoche ha sido en vano.
Entonces me miro astutamente desde debajo de sus hirsutas cejas y me dijo en un tono bajo y forzado:
Encontré el camino a la riqueza cuando decida  que una parte de todo lo que ganaba  era mía para ahorrarla. Y así también lo deberás hacer tú. 
Luego continúo observándome  con una mirada que yo podía sentir  que me preguntaba, pero no dijo nada más.
¿Eso es todo?- pregunte.
Eso fue suficiente para transformar el corazón de un pastor en el  corazón de un prestamista-contesto.
Pero todo lo que gano es mío, ¿no es así? –replique.
¡Qué va! Contesto- ¿No le pagas al sastre? ¿No pagas por todo lo que comes? ¿Puedes vivir en Babilonia sin gastar? ¿Qué tienes que mostrar de tus ganancias del mes pasado? ¡Loco! Les pagas a todos menos a ti mismo. Estúpido,  trabajas para otros. Además eres un esclavo y trabajas para que tu empleador te dé  de comer y vestir. Si tú ahorras para ti una decima parte de todo lo que ganas, ¿Cuánto tendrías en diez años?
Mi conocimiento de los números no me abandono y conteste:
-Tanto como lo que gano en un año.
-No dices más que la mitad de la verdad- replico- Cada pieza de oro que tu ahorras es un esclavo que trabaja para ti. Cada moneda que se agrega  es su hijo, que también puede ganar para ti. Si tú llegaras a ser rico, entonces todo lo que ahorras debe aumentar, y los hijos de tus ahorros deben aumentar, pues todo puede ayudar a darte la abundancia que tú anhelas.
Esto representa una gran verdad que debemos observar, todos los que estaos interesados en mejorar nuestra economía.

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