martes, 26 de julio de 2011

¡¡¡¡¡¡RECUERDA USAR TUS DONES!!!!!!

ANTESALA CELESTIAL
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En la sala de espera de admisiones en el cielo aguardaban un buen número de personas. Quien franqueaba la puerta del director era para recibir el dictamen final: si entraba para siempre o quedaba definitivamente fuera del paraíso; el nerviosismo se hacía sentir, el ambiente podía cortarse con un cuchillo por la tensión y entre la expectativa extrema de sus ocupantes, salió un hombre bastante triste y abatido. No faltó quien le preguntara qué había sucedido.
-Quedé fuera por no haber tenido ambiciones.
Su interrogador le respondió: -Pero si las ambiciones son negativas, ¿por qué has quedado fuera?
-La ambición -me explicó el director-, es el deseo de lograr grandes metas para la vida, pues Dios no desperdicia su talento y no tolera la mediocridad.
-Entonces es claro lo que vaya decir cuando me toque mi turno; diré que fui muy ambicioso.
-No creo que puedas, -le contestó con decepción el rechazado-.
-¿Por qué no? Yo soy muy hábil para manejar la información.
-Pues aún así, no creo que lo logres. Con el sistema más moderno de la cibernética, en una mega pantalla, aparecerá toda tu vida y los resultados de los dones que Dios te concedió al nacer. Y ten presente que la ambición te impulsa para realizarlos, y tu don de la libertad es el que decide si los usarás para el bien o para el mal.
-¿Entonces la ambición es buena?
-La ambición es la parte nuclear de la voluntad, es la que te impulsa y te hace desafiar obstáculos y limitaciones; si aplicas tus dones a la perversidad jamás podrás entrar, pero si tu deseo sincero fue trascender haciendo el bien, aún cuando no lo hayas logrado estarás para siempre en el cielo.
-Y entonces, ¿para qué la entrevista si ellos ya lo conocen todo y además lo tienen grabado?
-Es tu última oportunidad para explicar tu propia mediocridad, pues ellos no poseen el archivo de tus intenciones; conocen de acciones pero no de motivos y el único que puede explicar de fondo cada uno de tus actos eres tú mismo. La regla es muy simple: en la medida de tus ambiciones están tus realizaciones, pero la ambición se alimenta por la audacia, la determinación y el compromiso y eso solamente cada persona lo decide. Dios no tiene nada que ver con nuestra propia cobardía.
Finalmente se despidieron y de pronto el interrogador vio su nombre en letras luminosas; había llegado el momento de dar cuentas de los dones que Dios le confió.



MIGUEL ÁNGEL CORNEJO Y ROSADO

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