martes, 28 de junio de 2011

¡HAY QUE DECIDIRSE!


 
 
 
A veces es una decisión difícil tomar un camino u otro, pero es inevitable tener que escoger durante toda nuestra vida. Hay personas que aplazan indefinidamente la toma de decisiones, creándose así un estado de desasosiego que a nada conduce. Hay que ser valiente y no dejar que sean los demás los que tomen las riendas de nuestra vida.
 
     
 
Es cierto que antes de tomar una decisión importante debemos plantearnos una serie de cosas como son:
 
· Analizar las diferentes opciones que existen
· Valorar cada opción de forma que veamos lo que nos hace sentir cada una
· Finalmente tomar la decisión
· Actuar en consecuencia
 
Analizar las opciones
En esta primera fase de la toma de decisión, se trata en la medida de lo posible de dejar aflorar a nuestra cabeza todo, absolutamente todo y todas las ideas por peregrinas que nos parezcan. El proceso es ir desechando ideas y aceptando otras pero sin bloquear la entrada de ninguna por cuestiones de moralidad o cualquier otra razón. Si nos encontramos en un momento de mucha presión es mejor dejarlo para otra ocasión, puesto que no podemos pensar con claridad y podríamos llegar a una solución inadecuada.
 
Valorar cada opción por los sentimientos
Igual de importante que abarcar todas las posibilidades, es tener en cuenta qué siente nuestro corazón por cada una de ellas. Podemos realizar un ejercicio práctico que consiste en ponernos a escribir una lista de pros y contra de cada una de las opciones, la lógica nos llevará a valorar objetivamente las decisiones. Sin embargo, al terminar el ejercicio nos daremos cuenta de que alguna de ellas ha salido más favorecida que las otras, seguramente la que nos dicta el corazón. Los sentimientos son importantes, nunca hay que dejarlos de lado.
 
Tomar la decisión
Facilita mucho la toma de decisión el tener muy claro cuáles son nuestras prioridades en la vida, a partir de aquí la decisión girará en torno a ellas. Hay que tener en cuenta que no existe la decisión perfecta, siempre al tomarla dejaremos cosas en el camino que podrían haber sido igual de buenas. El tomar la decisión adecuada, dependerá en mucho de que seamos capaces de ser sinceros con nosotros mismos sin necesidad de escondernos detrás de expresiones como: ´debería´, ´querría´, ´sí, pero...´. Lo fundamental es la confianza en nosotros mismos y la creencia de que la decisión tomada es la mejor.
 
Un buen consejo es tomar la decisión en solitario, si compartimos la decisión, a veces no somos sinceros del todo, porque pueden primar sentimientos como la vergüenza, el pudor, etc. Nosotros no debemos justificarnos ante nosotros mismos de lo que sentimos o de cómo actuaríamos, delante de los demás estamos obligados a hacerlo, son las reglas de la convivencia. Por tanto, siempre la decisión es cosa nuestra.
 
Actuar en consecuencia
Ahora hay que actuar en consecuencia y sentir que estamos haciendo lo correcto, pues se trata de una acción estudiada, no tomada al azar. Siempre hay que mirar hacia adelante y saber que la voluntad y la perseverancia hacen que lleguemos a las metas fijadas.
 
Por: Gracia Elvira
 
 

 
   

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